22 de febrero de 2018

De Palma y Van Sant, autores de Psicosis

Cuando hablamos sobre las relaciones entre literatura y cine, solemos circunscribirnos a su aspecto más superficial: novelas que dan lugar a películas y la primacía de unas sobre otras o al revés, el respeto escrupuloso o no al argumento, la fidelidad a la letra de la narración en la escritura del largometraje. Sería interesante ahondar en otro aspecto, que creo significativo sacar a colación aquí, que es el de las ideas literarias que llegan hasta el cine de manera mucho más indirecta y porosa y acaban por enriquecerlo de forma notoria. 

Uno de esos casos es el del cuento Pierre Menard, autor del Quijote, de Jorge Luis Borges,  notoriamente olvidado en la pésima recepción crítica que tuvo en su día Psycho, de Gus Van Sant, cuyo estreno produjo calificaciones como las siguientes: "desvergonzado engendro, golfa imitación, un atraco", "una auténtica fotocopia (...) desfachatez y morro". Una recepción tan hostil bebía sin duda de la extendida creencia de que un remake, cualquier remake, es síntoma de falta de ideas; la originalidad, entendida como la utilización de un argumento novedoso y, a ser posible, contemporáneo, es la que certificaría buena parte del mérito de un cineasta. La técnica, por otra parte, queda a un lado: si Van Sant decide imitar la perfección técnica de Alfred Hitchcock, eso sería sinónimo de "morro"; si lo hiciese de un cineasta ignoto o con menos talento, ante el cual podría con facilidad sacar pecho y "superar", entonces el panorama cambiaría, porque la película original que sirve como fuente estaría menos masticada (o, quizá, sería totalmente desconocida) para el crítico de turno.