21 de julio de 2016

Dersu Uzala y el baile sobre la propia tumba de Akira Kurosawa


Hace más de diez años, cuando todavía era un articulista literario con talento y no se había convertido todavía en la clase de columnista político en que ha desembocado después, Javier Cercas, hablando de sus orígenes como escritor, concluyó: ser original no consiste en no parecerse a nadie, sino en parecerse a la mayor cantidad de gente posible. Digo esto, y vendrá al caso o no, a propósito del reciente descubrimiento (uno más) de que una de las películas más admiradas por cierto público cinéfilo es también (como muchas otras) la adaptación de un libro que ya había sido trasladado al cine anteriormente; es decir, lo que habitualmente se conoce como remake, aunque habría que analizar hasta qué punto puede llamarse como tal a una película que adapta de nuevo una obra escrita que cuya tenía suficiente entidad en sí misma. ¿Puede decirse que El valle de Abraham (1993) de Manoel de Oliveira es un remake de la poco afortunada Madame Bovary (1991) de Claude Chabrol, y que la Madame Bovary (2014) de Sophie Barthes -estrenada este año en España- es un remake de ambas, y que todas ellas lo son de las adaptaciones anteriores de Jean Renoir, Carlos Schlieper, Vincente Minnelli y Alexander Sokurov? Entiendo que no, pero tampoco tiene mucha importancia a qué le llamemos remake y a qué no: no existe un género cinematográfico llamado "remake", es sólo una convención y un vocablo poco preciso, de nulo valor literario. 

14 de julio de 2016

¡Bruja, más que bruja!: En mi hambre mando yo


Las circunstancias han querido que el reestreno de ¡Bruja, más que bruja! (Fernando Fernán Gómez, 1976) llegue teñido de luto y que lo que debió ser un nuevo homenaje y celebración de la nunca suficientemente valorada trayectoria del gran director de cine que fue su autor, tras el exitoso periplo que hace un año inició El mundo sigue, tenga necesariamente que convertirse también en el melancólico recuerdo de sus otros dos protagonistas, Emma Cohen y Paco Algora, ejemplos del ingrato destino que suele aguardar a los segundos espadas en el cine español. 

11 de julio de 2016

Nubes cotidianas, 3: Lejos de ti (Kimi to wakarete, 1933)

La tercera película -segundo largometraje- de la carrera de Mikio Naruse que estamos en condiciones de comentar, Lejos de ti (1933),  adquiere un tono decididamente menor, insistiendo en algunas de las más discutibles opciones estéticas que había apuntado en las dos anteriores obras disponibles, aunque debemos destacar la aparición, por primera vez en este ciclo (no diremos en su filmografía por la cantidad de películas suyas que se han perdido), del tema de la prostitución femenina, que tanto marcará su obra y la de su compañero de generación Kenji Mizoguchi.