29 de junio de 2007

Las actas secretas

Adentrándonos en el terreno de las visiones conspirativas de la historia, está más que documentada la existencia de la Santa Alianza, los servicios secretos del Vaticano, que vienen actuando desde el lejano año de 1566. Del mismo modo, en los últimos años proliferan los estudios sobre el Club Bilderberg y sobre la Comisión Trilateral , mientras al oportunista rebufo de cierto éxito editorial salen como setas libros sobre poderosas y ocultas sectas, aunque en la mayoría de los casos utilizando más la pura especulación y las suposiciones que la investigación histórica. Para ahorrarse una buena cantidad de lecturas inútiles, lo mejor es acudir al libro de Juan Carlos Castillón, Amos del mundo, que ofrece una interesante visión de conjunto de las hipótesis conspirativas.
En todo caso, es evidente que estas teorías, estén mejor o peor fundamentadas, tienen en realidad una importancia escasa. Podemos desecharlas todas o asumir algunas en parte, tratarlas como ridículas historietas de iluminados o verlas con preocupación o angustia. Pero, hagamos una cosa u otra, da igual.
Existan conspiraciones o no, nadie de entre nosotros (entendiendo nosotros como la mayoría de los comunes mortales que nos dedicamos a trabajar, estudiar, navegar por Internet, etcétera), tiene la más mínima influencia en la política económica del gobierno. Tampoco, por supuesto, en las decisiones de la grandes empresas sobre salarios, tamaño de las plantillas o deslocalizaciones. Ni en la política exterior estadounidense, ni en las líneas de actuación de la CIA sobre a qué gobiernos es necesario desestabilizar y a cuáles hay que financiar, apoyar y apuntalar a toda costa. Tampoco sobre en qué países en guerra hay que intevenir, ni a qué contendienes se deben vender armas. Ni sobre qué genocidios es necesario recordar mientras existan seres humanos sobre la Tierra, y cuáles hay que olvidar y aun negar. En definitiva: no tenemos ningún poder de decisión sobre las estructuras del mundo en que vivimos. Entetenerse con cortinas de humo, cuando la irrealidad de la soberanía popular se muestra día tras día, es una más que discutible forma de ocupar el tiempo.

28 de junio de 2007

La Corporación

En 1999, dos guionistas y escritores (Juan Bas y Fernando Marías) presentaron en La 2 de TVE una serie de falsos documentales basados en hipótesis históricas que, bajo el nombre de Páginas ocultas de la historia, dieron después lugar a un libro. El formato televisivo tal vez no fuese el más adecuado para ello, pero Bas y Marías hacían un interesante ejercicio al plasmar como reales hipótesis del siguiente calibre: Federico García Lorca no murió en 1936, sino que tras recibir un disparo perdió la memoria y vivió en un convento hasta su muerte, dos décadas más tarde; el levantamiento popular en Madrid del 2 de mayo de 1808 fue en realidad una cortina de humo provocada para encubrir un minucioso atraco; la mayoría de las obras de Lope de Vega procedían de otros escritores de mayor valía, que acababan siendo ejecutados por la Inquisición tras denuncias del propio Lope... El episodio que quiero destacar es el que mostraba cómo en su día, presa de las innumerables deudas de juego contraídas, Fiódor Dostoievski recibió una inesperada ayuda económica de un extraño grupo que sólo le pidió a cambio... una novela inédita. Una novela que todavía que todavía no ha visto la luz y que, por lo tanto, tiene un valor incalculable. Ese "extraño grupo" es en realidad una sociedad secreta que se hace llamar La Corporación: funciona dese hace siglos y ha obtenido con el mismo método cuadros de Van Gogh, favores de los Borgia... y cuyo poder es omnímodo y desconocido por los simples mortales.
El funcionamiento de La Corporación es muy lógico: los que hoy forman parte de ella se benefician del trabajo realizado hace siglos y, a cambio, tienen que aportar hoy algo para seguir manteniendo el poder de sus privilegiados miembros.
Nos encontramos, pues, ante una de las hipótesis más inquietantes y, desde luego, más repetidas de la historia de la humanidad. La presencia de una mano invisible que nos gobierna, sin que tengamos la más mínima noticia de ella y que nos convierte en marionetas, pasivos actores de un mundo gobernado por los escasos miembros de una secta ultrasecreta. Algo que, en realidad, casi nadie se ha tomado nunca demasiado en serio, fuera de ambientes de escasa o nula instrucción. Cualquier historiador que pase por "sensato" desechará rápidamente la idea de una visión conspirativa de la Historia, en la cual los actores que no se ajusten a un papel previamente otorgado serían eliminados, a poder ser bajo la apariencia de un suicidio o de un accidente.
Pero, si semejante visión es tan disparatada, ¿por qué se ha formulado, bajo unos u otros disfraces, en tantas ocasiones? Se rechaza una teoría conspirativa de conjunto, pero, ¿es posible que haya grupos con estructura semejante a La Corporación, que si bien no controlen el conjunto de los acontecimientos políticos y sociales, ejerzan una considerable influencia sobre los mismos?